
Características del lugar
El terreno es elevado, con un suave declive y fértil, con un suelo franco arcilloso.
Existen construcciones antiguas que pertenecieron a una fábrica de productos lácteos, abandonada hace 30 años, y 5 construcciones anexas para galpón, casas y baños del personal. Estas constucciones, a medida que se van reciclando, sirven para espacios comunes y habitaciones para visitantes y residentes. En el futuro serán el centro de visitantes, talleres para microemprendimientos, cocina y comedor comunitario, sala de conferencia y encuentros y habitaciones para visitantes.
En el terreno, se zonificaron espacios para diferentes usos:
-Viviendas de residentes.
-Habitaciones para visitantes temporarios o futuros residentes.
-Viviendas para descanso de visitantes.
-Microemprendimientos productivos.
-Cultivos.
-Refugio de vida silvestre.
-Parques y jardines.
-Espacios comunes, videoteca, biblioteca, salas de reunión, sanitarios, trazado de senderos, estacionamiento, etc.
-Centro de visitantes.
-Sector de reciclado.
-Area de camping.
-Espacio para centro de terapias alternativas.
La Eco-Villa Navarro funciona como un centro educativo-demostrativo. Se están organizando programas de visitas y talleres sobre temas específicos para el público en general, colegios, universidades. Se presentará a los visitantes, entre otras cosas, las tecnologías apropiadas, uso de energías renovables, cultivos agroecológicos basados en permacultura. Por otra parte, el proyecto ya es tema de interés de los medios de comunicación social como noticia de interés.
Por todo esto, los aportes de universidades, centros de investigación y empresas están encontrando en la Eco-Villa el lugar ideal para probar, aplicar y difundir a la población sus investigaciones, servicios y productos.
Postulamos presentar la nueva tecnología del presente y del futuro para que nuestra tecnología no siga alterando el planeta.
Lo que en los años atrás se consideró como un idealismo utópico es ahora una necesidad ambiental.
Necesitamos vivir con sistemas circulares de eficiencia de energía. La Eco-Villa aspira a ser un prototipo práctico donde aquellos interesados en una sociedad sustentable puedan encontrar un modelo inspirado de futuras iniciativas grupales.
Comentario de una Experiencia
Por, Pablo Schteingart.
Horacio, junto con Natalia y Jimena decidió vivir 15 días experimentales en la Ecovilla Gaia (el nodo latinoamericano de este Movimiento global) y ahí sus cabezas hicieron crack. Claro, el sueño recurrente de vivir de la naturaleza, sin multinacionales ni impuestos de por medio, pero cumplido a dos horas de micro de la Plaza Congreso. "Descubrimos que autosustentarse es posible; que no es tan complejo pero lleva trabajo, y mucho". La primer semana de los chicos en la ecovilla (en Navarro, a 120 km de Capital) fue casi un veneno. Ellos -universitarios de raza, estudiar para zafar, mucha charla con amigos- fueron casi en plan vacacional: ganas de conocer gente, mirar videos, hablar de plantitas y se encontraron con que los anfitriones los mandaban a las 8:30 AM en punto a trabajar el campo como peones y a hacer todas las tareas de la vida comunitaria (cocinar, limpiar, barrer). ¡Estaban pagando $25 por día para sacar yuyos bajo el sol, hervir agua sin gas con una esfera de aluminio y energía solar y encima tenían que comer comidas vegetarianas, dormir los chicos por un lado y las chicas por otro, y nada de drogas ni alcohol!"Pero poco a poco el trabajar con la tierra produjo algo interno", revela Natalia Massru (23 años). "Al principio veníamos muy enganchados con la ciudad, y todo era cho cante: nos llevó un tiempito aprender a estar en silencio".Queda claro: los ecovilleros (el grupo de los que viven permanentemente allí) no son hippies. No. Aunque parezcan: al igual que aquellos, le dicen que no a la vida materialista pero también le dicen que no al ocio. Y profesan una devoción pura al Planeta Tierra (en griego: "Gaia", el nombre de la comunidad). La música que suena, por ejemplo, en el plácido living montado en un invernadero es suave, casi ambient, new age, mucha cosa étnica y espiritual. Los responsables de Gaia son Gustavo y Silvia. Gustavo es el cerebro. Está convencido de que las ecovillas son la alternativa para la Argentina y es quien da todos los cursos y seminarios. ¿Cómo viven? Se basan en que sus alimentos provengan de la producción propia de comida orgánica, en construcciones naturales, uso respetuoso del agua y la utilización de energías alternativas. "No cometamos el mismo error", dice Nicolás (que tiene 27 y vive en la Ecovilla). "La mayoría de los que se acercan hasta acá son profesionales de 40 o 50 años que hicieron un camino y están frustrados. Sería interesante que nosotros, como nueva generación, nos demos cuenta de que se puede vivir de una manera más sencilla e inteligente y así nos ahorraríamos vivir veinte años al pedo".Sorprendida, después de hacer una casa con sus propias manos y unas técnicas raras, Jimena reflexiona: "En la cocina de ciudad la basura es un problema, pero en la granja se usa para crear el ''compos'' para la huerta, y así pasa con todo". En el mundo, el diseño de una ecovilla es una gran ciencia centrada en la naturaleza, cuyo nombre es Permacultura: una mezcla que integra el estudio de los ecosistemas con sabiduría hindú, maya y ciencias naturales.Desde lejanas aldeas indígenas a proyectos vecindarios urbanos, la modalidad de estos "ecosistemas humanos" es una tendencia global. Virtualmente, se reunen a través de la red de Eco-Villas (GEN). Su site (http:://www.gaia.org) tiene más de 800 páginas y 90.000 visitantes por mes. Y, entre ellos, el caso de la bonaerense Gaia ganó fama por la sofisticación de sus técnicas. Nombre como el "mulch", técnicas de construcción o diseños de energía solar atraparon a otros eco-villeros mundiales que llegaron hasta Navarro para ver de qué se trata. Lejos de sus estudios de ciencias económicas o derecho, para los estudiantes que se sumaron a esta vida alternativa la visión cambió: "Estamos podridos de los quilombos de la ciudad, los bancos, el mal humor. Ya sabemos que se puede vivir con gente piola, en el campo, y sin pagarle un peso a nadie". "Todo lo que hay en la ciudad es relleno", descubrió Horacio en su estancia en Gaia. "No extrañé nada material, ni la comodidad, la tele o el cine. Sólo me olvidé de traerme la guitarra", sufre. Vivir ahí, en todo caso, significó algo más que olvidarse un poco del rock, bajar un par de cambios y acostumbrarse a... digamos, el ritmo de las plantas.
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